Es un tumor vascular benigno formado por células que normalmente forman vasos sanguíneos. Puede ser superficial, en la piel, profundo o mixto. Generalmente una primera marca aparece inmediatamente o en las primeras semanas después del nacimiento y se manifiesta normalmente hasta la octava semana de vida. Alcanza alrededor del 5% de los nacidos vivos, siendo en un 20% más grave. Es más frecuente en niñas y prematuros, y por esta última razón asociada a niños que nacieron con bajo peso.

En la fase inicial llamada proliferativa, el tumor crece rápidamente y puede alcanzar dimensiones considerables hasta los 12 meses de edad o, más raramente, hasta el segundo año de vida. Después, ocurre una regresión espontánea que, en cerca del 70% de las lesiones, se completa hasta los siete años de edad.

La mayoría de los hemangiomas infantiles involucionan o desaparecen espontáneamente sin complicaciones, debiendo, sin embargo, tener seguimiento médico. Aproximadamente 20% de los casos necesitan tratamiento, siempre que presenten lesiones mayores, lesiones espontáneas, infección, sangrado o cuando la ubicación o el tamaño conllevan riesgos de deformidades o de obstrucción principalmente visual y respiratoria.

Cuando se indica, el tratamiento se realiza con medicamentos, cirugías o ambos. El tratamiento se realiza con betabloqueadores, siendo el propanolol el más utilizado. Corticoides como la prednisona u otros medicamentos pueden ser utilizados cuando no hay respuesta o contraindicaciones al uso del propanolol.

Los betabloqueadores como el propanolol se introdujeron hace 10 años y tienen una mayor eficacia y efectos adversos menos frecuentes y graves. Además, su uso puede reducir el tamaño de la lesión y aplazar o evitar el tratamiento quirúrgico.

El tratamiento quirúrgico se indica en situaciones de emergencia, cuando existe un riesgo potencial de compromiso funcional o deformidad, así como en lesiones de fácil resección y en las lesiones residuales restantes después del período de involución espontánea.